Seis manzanas a la orilla de la avenida Bernando Reyes, pero los años de displacencia la han convertido en sinónimo de vicio, prostitución y delincuencia
Reportaje
Monterrey, Nuevo León
La anécdota es ilustrativa: en un festival infantil organizado durante la pasada administración municipal por el DIF, en el barrio conocido como "La Coyotera", a un niño de ocho años le pidieron que mencionara un objeto de color amarillo para ganarse un premio y la respuesta llegó rápidamente: "el pomo". Es decir, la bolsa con Resistol 5000 que se usa como droga para inhalar.
Funcionarios, organizadores y hasta periodistas de la televisión estatal quedaron asombrados. Los residentes de este sector de la colonia Garza Nieto de Monterrey, simplemente soltaron una carcajada por la ocurrencia infantil, que despojada de su dramatismo, se volvió cómica.
¿Y cómo culparlos? El peyorativo sobrenombre de las seis manzanas ubicadas a la orilla de la avenida Bernardo Reyes, es sinónimo de drogadicción, prostitución, violencia, robos y asaltos.
Las cifras del Sector Salud del gobierno del Estado no dejan lugar a duda: el 95 por ciento de los habitantes del sector consume algún tipo de droga. Principalmente pastillas y solventes; a veces cocaína.
El problema es tan grave que dejó en un segundo término el de la prostitución, con todo y que los numerosos sexoservidores (hombres y mujeres) han disparado el número de infecciones de VIH en "La Coyotera", reconocida como zona roja de facto donde los numerosos homosexuales (son el doble que las prostitutas) se ofrecen en la puerta de sus casas -mínimas construcciones de dos cuartos- a plena luz del día.
Sin embargo, este tristemente célebre rincón de Monterrey que durante décadas ha sido dolor de cabeza de las autoridades estatales y municipales podría ver terminada su sórdida historia y no gracias a un plan de salubridad o de asistencia social, sino al espacio que reclama la creciente zona metropolitana.
.....
Poco acostumbrados a hacerse escuchar y menos a realizar protestas o manifestar públicamente su inconformidad, los residentes del lugar han mantenido el bajo perfil de quienes viven en la marginalidad.
.........
HASTA 5 MIL CONDONES POR MES
La prostitución en "La Coyotera" podría anunciarse igual que los noticieros locales de Televisa, porque se ejerce "a toda hora, en todo lugar" y, prueba de ello, son las cifras de la unidad médica "Bernardo Reyes", que desde hace más de dos años da servicio a los habitantes del sector.
Enfermeros, médicos y psicólogos han tenido que remar contra corriente para ser aceptados por los desconfiados y conflictivos residentes de la zona que poco a poco han ido acercándose. Casi nadie paga los 60 pesos de consulta, pero al menos -explica el personal de la clínica- han ido tomando conciencia de aspectos tan básicos como usar un condón.
En "La Coyotera" se reparten entre tres mil y cinco mil condones por mes. En un viernes y sábado "ocupados", un sexoservidor se acaba los 25 preservativos que le regalan en el consultorio.
El costo unitario que éstos representan para el Sector Salud es de un peso con 60 centavos. A las personas con VIH les dan paquetes con cien condones. Aún así, la realidad les dice que los preservativos repartidos son insuficientes.
Hay el doble de homosexuales que de prostitutas y aunque ellos son de carácter más difícil -suelen protagonizar la mayoría de las riñas- también son más conscientes de su salud y acuden con mayor frecuencia a la clínica.
Un alto porcentaje (casi la mitad) de las personas que se prostituyen en el sector no vive ahí, solamente renta los cuartos a cien pesos por semana.
En los cuartos hay tres turnos así que en un mismo sitio, durante el mismo día, es posible encontrar hasta tres diferentes personas ofertando su cuerpo.
Hay gente casada, de la misma colonia o de otras aledañas, que solamente se prostituye unas cuatro horas diarias mientras el cónyuge -por lo general ignorante de la situación- trabaja.
Las tarifas de los sexoservidores inician desde los 50 pesos y también aceptan pago en especie: aparatos electrónicos, joyería, droga.
Es común que hombres y mujeres accedan la propuesta de los clientes de pagarles un poco más a cambio de tener relaciones sexuales sin condón.
Otra forma reciente de allegarse recursos de parte de los sexoservidores es cobrar por las entrevistas que dan, especialmente a las televisoras.
En "La Coyotera" el comercio es floreciente y la mercancía variada. No solamente los cuartos y la droga se pueden pagar en abonos, también los condones se venden y se cobran a plazos.
Las hormonas son otro artículo de alta demanda entre quienes desean ver crecer sus pechos y glúteos.
En la misma clínica de Salud "Bernardo Reyes" les colocan las inyecciones, pues de otro modo los sexoservidores acuden con gente que cobra poco pero no sabe hacer el trabajo.
Aunque los empleados estatales le explican a sus pacientes los daños que provocan las hormonas, hay quienes llevan hasta 15 años inyectándose periódicamente.
Se han dado casos de personas que en su ignorancia y buscando abaratar el "tratamiento" se han intoxicado al inocularse aceite de cocina.
Existen familias enteras dedicadas a la prostitución: desde la abuela, el papá y ahora la hija. Por ello, hay niños que ven como algo común que la madre les sirva la cena entre uno y otro cliente y ellos preguntan "¿le bajaste (robaste) algo?".
En "La Coyotera" es posible encontrar un cuerpo en renta durante las 24 horas del día, ya sea en los cuartos de renta, las cantinas, las casas o en la misma calle.
Algunos policías ofrecen protección a los homosexuales y prostitutas por 50 pesos diarios.
También hay menores de edad que se prostituyen. Hombres y mujeres. Generalmente empiezan su vida sexual con los amigos del barrio, luego pasan a ofrecerse con los "cholos" del sector a cambio de protección, favores o mercancía robada.
Cuando necesitan dinero los menores de edad buscan alguien que los "levante", es decir, salen a las avenidas buscando automovilistas, pero mayormente traileros, pues no tienen 100 pesos para rentar un cuarto.
Entre los menores de edad con necesidad, hasta 50 pesos o un cigarro de marihuana son suficientes a cambio de una sesión sexual.
Los niños y las familias tradicionales conviven con los sexoservidores. Son sus vecinos, parientes o compañeros de escuela.
Cobrar 50 pesos por la relación sexual no es muy redituable, pero el negocio está en robarle a los clientes lo que se pueda: cartera, reloj, teléfono celular.
Generalmente las víctimas están demasiado alcoholizadas para quejarse o sienten vergüenza de presentar la denuncia. Quienes llegan a hacerlo llevan las de perder, pues los policías los detienen por encontrarse en estado de ebriedad o para proteger a los sexoservidores.
El riesgo es que algunos clientes regresan después para tomar venganza y agredir a quien les robó. Ha habido casos de ataques a golpes, con arma blanca e incluso con arma de fuego.
DROGAS, EL MAYOR FLAGELO
En la unidad médica "Bernardo Reyes" no hay duda alguna: las drogas son el peor flagelo de "La Coyotera", peor aún que la prostitución.
El 95 por ciento de los residentes del barrio consume alguna droga. Ellos siempre traen una dosis, la están buscando o se encuentran bajo los efectos de ella. Por eso es muy difícil ayudarlos cuando la policía los detiene y, aunque los médicos le recomiendan a los agentes que no golpeen a los detenidos porque podrían sangrar y convertirse en un riesgo de infección, no les hacen mucho caso.
Además, los farmacodependientes constituyen un peligro adicional pues cuando están bajo los influjos de algún enervante no reconocen a la gente y son capaces de robar o agredir a sus amigos o familiares sin darse cuenta.
Más de un enfermero de la unidad médica ha sufrido agresiones y, aunque al día siguiente el paciente les pide disculpas, el riesgo permanece.
Los enfermeros lamentan que casi nadie en "La Coyotera" pague los 60 pesos que vale la consulta médica, pero sí hacen cualquier cosa con tal de conseguir entre 100 y 200 pesos diarios para la dosis de droga.
El que menos, fuma mariguana, pero lo más común son las pastillas y, cuando hay dinero, cocaína. Cemento y resistol son muy comunes en los menores de edad.
Anteriormente los robos para conseguir dinero para la droga se daban incluso contra los mismos enfermeros de la clínica, pero ya con más de dos años en funciones se han ganado un poco de respeto.
Los homosexuales son quienes más se quejan de abusos policiacos. Cuando los detienen prefieren permanecer encerrados las 24 horas correspondientes a las faltas administrativas que pagar los 240 pesos de multa pero alegan que no les dan alimentos, solamente agua.
Ocasionalmente hay quienes se salvan de ser detenidos argumentando que van a realizarse una prueba de VIH y entonces los agentes, para no arriesgarse a perjudicarlos en su salud, los dejan libres.
Como despedida, otra anécdota propia de "La Coyotera": en agosto de 2002 un policía asignado al barrio intentó poner en práctica, con una mujer que se ofrecía en la calle, el consabido ejercicio de sexo gratuito a cambio de libertad.
Ordenó a la prostituta subir a la patrulla y cuando ella se negó a hacerle el favor sexual el agente decidió llevársela detenida y registró su bolso esperando encontrar una dosis de droga para fortalecer su argumento.
El policía tenía razón, pues la mujer llevaba no una, sino dos dosis de droga, pero en jeringas y, lamentablemente para el guardián de la ley, una de ellas se le enterró en la mano.
La peor noticia fue cuando la prueba Elisa (para detectar VIH) realizada a la detenida resultó positiva. El impacto para el policía fue mayor, porque planeaba casarse dos meses más tarde.
El escándalo interno fue mayúsculo y de Seguridad Pública solicitaron el apoyo de Salud para realizarle a la mujer -quien ya estaba libre- un nuevo examen más detallado, pero ella se negó y, posteriormente, se fue del lugar.
Así, el barrio de "La Coyotera" no es solamente el sitio marginal y hasta folclórico de Monterrey sino también la evidencia palpable de la desvinculación entre los reglamentos gubernamentales y la realidad.
Y sus habitantes conforman un argumento irrebatible de lo mucho que falta por hacer en Nuevo León para abatir el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida) y las enfermedades de transmisión sexual porque, aunque "La Coyotera" desaparezca, ellos van a seguir drogándose y prostituyéndose ahí mismo o en cualquier otro lugar de la ciudad.
Fuente:
http://www.latrinchera.org/foros/archive/index.php/t-11293.html
Reportaje
Monterrey, Nuevo León
La anécdota es ilustrativa: en un festival infantil organizado durante la pasada administración municipal por el DIF, en el barrio conocido como "La Coyotera", a un niño de ocho años le pidieron que mencionara un objeto de color amarillo para ganarse un premio y la respuesta llegó rápidamente: "el pomo". Es decir, la bolsa con Resistol 5000 que se usa como droga para inhalar.
Funcionarios, organizadores y hasta periodistas de la televisión estatal quedaron asombrados. Los residentes de este sector de la colonia Garza Nieto de Monterrey, simplemente soltaron una carcajada por la ocurrencia infantil, que despojada de su dramatismo, se volvió cómica.
¿Y cómo culparlos? El peyorativo sobrenombre de las seis manzanas ubicadas a la orilla de la avenida Bernardo Reyes, es sinónimo de drogadicción, prostitución, violencia, robos y asaltos.
Las cifras del Sector Salud del gobierno del Estado no dejan lugar a duda: el 95 por ciento de los habitantes del sector consume algún tipo de droga. Principalmente pastillas y solventes; a veces cocaína.
El problema es tan grave que dejó en un segundo término el de la prostitución, con todo y que los numerosos sexoservidores (hombres y mujeres) han disparado el número de infecciones de VIH en "La Coyotera", reconocida como zona roja de facto donde los numerosos homosexuales (son el doble que las prostitutas) se ofrecen en la puerta de sus casas -mínimas construcciones de dos cuartos- a plena luz del día.
Sin embargo, este tristemente célebre rincón de Monterrey que durante décadas ha sido dolor de cabeza de las autoridades estatales y municipales podría ver terminada su sórdida historia y no gracias a un plan de salubridad o de asistencia social, sino al espacio que reclama la creciente zona metropolitana.
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Poco acostumbrados a hacerse escuchar y menos a realizar protestas o manifestar públicamente su inconformidad, los residentes del lugar han mantenido el bajo perfil de quienes viven en la marginalidad.
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HASTA 5 MIL CONDONES POR MES
La prostitución en "La Coyotera" podría anunciarse igual que los noticieros locales de Televisa, porque se ejerce "a toda hora, en todo lugar" y, prueba de ello, son las cifras de la unidad médica "Bernardo Reyes", que desde hace más de dos años da servicio a los habitantes del sector.
Enfermeros, médicos y psicólogos han tenido que remar contra corriente para ser aceptados por los desconfiados y conflictivos residentes de la zona que poco a poco han ido acercándose. Casi nadie paga los 60 pesos de consulta, pero al menos -explica el personal de la clínica- han ido tomando conciencia de aspectos tan básicos como usar un condón.
En "La Coyotera" se reparten entre tres mil y cinco mil condones por mes. En un viernes y sábado "ocupados", un sexoservidor se acaba los 25 preservativos que le regalan en el consultorio.
El costo unitario que éstos representan para el Sector Salud es de un peso con 60 centavos. A las personas con VIH les dan paquetes con cien condones. Aún así, la realidad les dice que los preservativos repartidos son insuficientes.
Hay el doble de homosexuales que de prostitutas y aunque ellos son de carácter más difícil -suelen protagonizar la mayoría de las riñas- también son más conscientes de su salud y acuden con mayor frecuencia a la clínica.
Un alto porcentaje (casi la mitad) de las personas que se prostituyen en el sector no vive ahí, solamente renta los cuartos a cien pesos por semana.
En los cuartos hay tres turnos así que en un mismo sitio, durante el mismo día, es posible encontrar hasta tres diferentes personas ofertando su cuerpo.
Hay gente casada, de la misma colonia o de otras aledañas, que solamente se prostituye unas cuatro horas diarias mientras el cónyuge -por lo general ignorante de la situación- trabaja.
Las tarifas de los sexoservidores inician desde los 50 pesos y también aceptan pago en especie: aparatos electrónicos, joyería, droga.
Es común que hombres y mujeres accedan la propuesta de los clientes de pagarles un poco más a cambio de tener relaciones sexuales sin condón.
Otra forma reciente de allegarse recursos de parte de los sexoservidores es cobrar por las entrevistas que dan, especialmente a las televisoras.
En "La Coyotera" el comercio es floreciente y la mercancía variada. No solamente los cuartos y la droga se pueden pagar en abonos, también los condones se venden y se cobran a plazos.
Las hormonas son otro artículo de alta demanda entre quienes desean ver crecer sus pechos y glúteos.
En la misma clínica de Salud "Bernardo Reyes" les colocan las inyecciones, pues de otro modo los sexoservidores acuden con gente que cobra poco pero no sabe hacer el trabajo.
Aunque los empleados estatales le explican a sus pacientes los daños que provocan las hormonas, hay quienes llevan hasta 15 años inyectándose periódicamente.
Se han dado casos de personas que en su ignorancia y buscando abaratar el "tratamiento" se han intoxicado al inocularse aceite de cocina.
Existen familias enteras dedicadas a la prostitución: desde la abuela, el papá y ahora la hija. Por ello, hay niños que ven como algo común que la madre les sirva la cena entre uno y otro cliente y ellos preguntan "¿le bajaste (robaste) algo?".
En "La Coyotera" es posible encontrar un cuerpo en renta durante las 24 horas del día, ya sea en los cuartos de renta, las cantinas, las casas o en la misma calle.
Algunos policías ofrecen protección a los homosexuales y prostitutas por 50 pesos diarios.
También hay menores de edad que se prostituyen. Hombres y mujeres. Generalmente empiezan su vida sexual con los amigos del barrio, luego pasan a ofrecerse con los "cholos" del sector a cambio de protección, favores o mercancía robada.
Cuando necesitan dinero los menores de edad buscan alguien que los "levante", es decir, salen a las avenidas buscando automovilistas, pero mayormente traileros, pues no tienen 100 pesos para rentar un cuarto.
Entre los menores de edad con necesidad, hasta 50 pesos o un cigarro de marihuana son suficientes a cambio de una sesión sexual.
Los niños y las familias tradicionales conviven con los sexoservidores. Son sus vecinos, parientes o compañeros de escuela.
Cobrar 50 pesos por la relación sexual no es muy redituable, pero el negocio está en robarle a los clientes lo que se pueda: cartera, reloj, teléfono celular.
Generalmente las víctimas están demasiado alcoholizadas para quejarse o sienten vergüenza de presentar la denuncia. Quienes llegan a hacerlo llevan las de perder, pues los policías los detienen por encontrarse en estado de ebriedad o para proteger a los sexoservidores.
El riesgo es que algunos clientes regresan después para tomar venganza y agredir a quien les robó. Ha habido casos de ataques a golpes, con arma blanca e incluso con arma de fuego.
DROGAS, EL MAYOR FLAGELO
En la unidad médica "Bernardo Reyes" no hay duda alguna: las drogas son el peor flagelo de "La Coyotera", peor aún que la prostitución.
El 95 por ciento de los residentes del barrio consume alguna droga. Ellos siempre traen una dosis, la están buscando o se encuentran bajo los efectos de ella. Por eso es muy difícil ayudarlos cuando la policía los detiene y, aunque los médicos le recomiendan a los agentes que no golpeen a los detenidos porque podrían sangrar y convertirse en un riesgo de infección, no les hacen mucho caso.
Además, los farmacodependientes constituyen un peligro adicional pues cuando están bajo los influjos de algún enervante no reconocen a la gente y son capaces de robar o agredir a sus amigos o familiares sin darse cuenta.
Más de un enfermero de la unidad médica ha sufrido agresiones y, aunque al día siguiente el paciente les pide disculpas, el riesgo permanece.
Los enfermeros lamentan que casi nadie en "La Coyotera" pague los 60 pesos que vale la consulta médica, pero sí hacen cualquier cosa con tal de conseguir entre 100 y 200 pesos diarios para la dosis de droga.
El que menos, fuma mariguana, pero lo más común son las pastillas y, cuando hay dinero, cocaína. Cemento y resistol son muy comunes en los menores de edad.
Anteriormente los robos para conseguir dinero para la droga se daban incluso contra los mismos enfermeros de la clínica, pero ya con más de dos años en funciones se han ganado un poco de respeto.
Los homosexuales son quienes más se quejan de abusos policiacos. Cuando los detienen prefieren permanecer encerrados las 24 horas correspondientes a las faltas administrativas que pagar los 240 pesos de multa pero alegan que no les dan alimentos, solamente agua.
Ocasionalmente hay quienes se salvan de ser detenidos argumentando que van a realizarse una prueba de VIH y entonces los agentes, para no arriesgarse a perjudicarlos en su salud, los dejan libres.
Como despedida, otra anécdota propia de "La Coyotera": en agosto de 2002 un policía asignado al barrio intentó poner en práctica, con una mujer que se ofrecía en la calle, el consabido ejercicio de sexo gratuito a cambio de libertad.
Ordenó a la prostituta subir a la patrulla y cuando ella se negó a hacerle el favor sexual el agente decidió llevársela detenida y registró su bolso esperando encontrar una dosis de droga para fortalecer su argumento.
El policía tenía razón, pues la mujer llevaba no una, sino dos dosis de droga, pero en jeringas y, lamentablemente para el guardián de la ley, una de ellas se le enterró en la mano.
La peor noticia fue cuando la prueba Elisa (para detectar VIH) realizada a la detenida resultó positiva. El impacto para el policía fue mayor, porque planeaba casarse dos meses más tarde.
El escándalo interno fue mayúsculo y de Seguridad Pública solicitaron el apoyo de Salud para realizarle a la mujer -quien ya estaba libre- un nuevo examen más detallado, pero ella se negó y, posteriormente, se fue del lugar.
Así, el barrio de "La Coyotera" no es solamente el sitio marginal y hasta folclórico de Monterrey sino también la evidencia palpable de la desvinculación entre los reglamentos gubernamentales y la realidad.
Y sus habitantes conforman un argumento irrebatible de lo mucho que falta por hacer en Nuevo León para abatir el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida) y las enfermedades de transmisión sexual porque, aunque "La Coyotera" desaparezca, ellos van a seguir drogándose y prostituyéndose ahí mismo o en cualquier otro lugar de la ciudad.
Fuente:
http://www.latrinchera.org/foros/archive/index.php/t-11293.html
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